jueves, 18 de abril de 2013

Ahogarse en las emociones

Muchas veces, nuestros sentimientos pueden gobernar nuestra realidad y sumirnos en una enredadera de emociones que ni la persona más poderosa del mundo puede deshacerse de ella. Que daríamos y sacrificaríamos cualquier beneficio nuestro por no experimentar ese caos mental en nuestro interior. 

¿Qué nivel de rumiación podemos aguantar? ¿Hasta cuando diría basta nuestra máquina de pensar? ¿Tenemos límite de tiempo para experimentar dolor psicológico?


Una de las maravillas de los seres humanos es el mecanismo de adaptación al medio, y su tolerancia a los cambios físicos. ¿Ocurre lo mismo con el dolor emocional?


Conseguimos que con la rabia o el enfado, nos duela la cabeza y nos falte incluso el aire, y con la tristeza que pinche el corazón. Pero, ¿podemos ejercer decisiones en esos estados? ¿Somos dueños de esas emociones?

Obviamente, cada persona es distinta, y en cada uno de nosotros está la fortaleza de sobrevivir a esos ahogos emocionales.

La racionalidad y el pragmatismo deben ser los anticuerpos de este virus. La vida constituyen interacciones diarias, que a través de pensamientos generan esas emociones. Observar detenidamente la lógica de ese pensamiento, y sus justificaciones directas a tu bienestar, son uno de los remedios caseros a la reestructuración de tu emociones.

Las rumiaciones inconscientes generan pensamientos desadaptativos a nuestro desarrollo diario, por lo que debemos considerar la lógica de los pensamientos, y que muchos de ellos no provienen de la realidad  únicamente, sino también de nuestros recuerdos y propias interpretaciones.

Por ello, no olvidemos, que somos autores de nuestra propia vida. 

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