miércoles, 24 de abril de 2013

La magia del engaño

Solo por el hecho de vivir, de levantarnos cada día e interactuar con el medio y las personas que se hayan en él, estamos expuestos a la curiosidad, y la formación de preocupaciones en nuestra toma de decisiones para recorrer un correcto camino. En muchos sentidos, luchamos a diario para proseguir lo que consideramos más beneficioso y por supuesto justo respecto a lo que somos como personas y lo que nos merecemos por nuestro esfuerzo y dedicación a las dificultades de la vida. 

Pero, en algunos casos, nos sentimos reyes del pueblo, y atribuimos causas y consecuencias de acciones a nosotros mismos, cuando únicamente, ha sido nuestro alrededor quién las ha originado, y no nosotros. Para conseguir lo que queremos, en muchos casos estamos dispuestos a batirnos en duelo con otros reyes, e incluso traicionar a nuestros socios por salvar nuestro propio bien. Las espadas y escudos que nos dan esa templanza son la mentira y la hipocresía.

Ambas armas van de la mano, ya que con la hipocresía no existe sentimiento de culpa alguna al mentir, ni tampoco sentimiento de cobardía. Somos capaces de una vez realizado el ataque a hierro desnudo, asegurarnos de que lo hicimos en defensa propia, y no para atacar al contrario. 

Cuando cometemos errores en nuestra vida, los cuales han ido encadenados de mentiras, y han provocado dolores externos, solo somos conscientes de ellos si la hipocresía es arrancada de las entrañas. Sino, seguiremos considerando no solo que no hemos cometido daño alguno, sino que nos lo han provocado a nosotros mismos. Así, ensalzaremos nuestra figura de héroe armado. 

Hoy he podido, descubrir un texto por diversas circunstancias:


“ Un día, la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día, me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día, me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos, hacerse cargo. A veces es necesario dar vuelta la página y empezar de cero, AUNQUE CUESTE O DUELA..El mejor guerrero no es el que triunfa siempre sino el que vuelve sin miedo a la batalla ”


Son palabras preciosas, que si salen de alguien digno de mencionarlas son aún más. Pero, voy a analizar los motivos por los cuales, considero que muy pocas personas pueden tener suficiente merecida estas palabras. A todo el mundo nos ha golpeado la vida, y de distintas maneras, unas más duras, y otras menos. Sí nos mienten, y somos capaces de sentir lo que duele, y ver que nos han hecho mucho daño, no lo hacemos con otra persona. Cumplir palabras, actos, y hacerse cargo de las promesas, es algo muy digno de alguien que cumple lo que promete, y muy  vergonzoso que alguien pueda decirlo si no ha sido capaz de cumplir nada, y menos si se atreve a decir "que hay promesas que no pueden cumplirse". Aquí rememoramos la definición de ser hipócrita, y considerarnos el rey más sufridor y a la vez luchador de nuestras tierras. Por último, es verdad que el mejor guerrero es el que vuelve a la batalla sin temor ni miedo, pero tenemos que entender este concepto correctamente. Volver a la vida, no volver al pasado para rodar en círculos en él. Alguien  valiente y sin miedo, es capaz de volver a la batalla reconociendo las anteriores, y corrigiendo los errores de cada una de ellas. Nadie conquistó bienes actuando de la misma manera que en el pasado, ni llorando las pérdidas de éste. 

Es curioso observar, que las personas que menos alardean de su valentía o actitud de lucha, son las más merecedoras de éstas palabras. Porque no necesitan cantar ni vitorear sus guerras ganadas, sino avanzar sin mirar al pasado ni volver a él, reconociendo que a pesar de haber dolido, han sido capaces de no volver a caer en él.

Puedes ver a un maltratador quejándose de lo harto que está o que cada día lo intenta hacer mejor, pero nunca verás a la persona maltratada vitorear que ha conseguido no volver con esa persona. Esas palabras tan bonitas, tienen que salir de esos labios, no de los hipócritas.

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