sábado, 20 de abril de 2013

Aquello que no se ve


Siempre nos hemos acostumbrado, a que con nuestra curiosidad, encontremos la solución y las causas de todo lo que surge en nuestras vidas. Porque sale el sol cada mañana, porque llueve, porque calienta el fuego, o que hacer cuando tenemos frío. Cada una de nuestras acciones, plantea una duda, y siempre pretendemos resolverla como si fuésemos creadores de todo el universo. Somos capaces de dar respuesta a todo lo que se ve, a todo lo que se oye, incluso a todo lo que rozamos.

Pero lo que no somos capaces de descubrir, es la causa de lo que no somos capaces de observar. Aquello que nuestros ojos no pueden sentir, que nuestros oídos no pueden percibir, o que nuestra piel no puede tocar, se hace trivial a nuestra existencia. 

Somos conscientes de que existe, que a veces proporciona una buena sensación, descanso, placer, pero otras veces duele y hiere. Es algo que se nos escurre de entre los dedos… que no podemos enganchar para observarlo, o manipular hasta dar con las causas que lo provocan. Como si no, puedes explicar el amor, el engaño, la impotencia, la felicidad, la resignación… No hay tamaño, ni posible báscula para medir la cantidad de estos sentimientos, no se puede medir con el metro de costura su magnitud, ni tampoco tocar para comprobar su temperatura. Si, el amor es cálido, pero también lo es el odio; la felicidad puede ser enorme mientras existe un pequeño engaño conviviendo con ella, y la impotencia puede ser larga incluso por un pequeño tiempo de felicidad.

Lo que para uno mismo puede ser un océano de sentimientos, puede resultar ser una única gota de esa inmensidad en otros. Los mismos momentos, y situaciones físicas, reales, objetivas, proporcionan a cada persona la posibilidad de forjar un sentimiento, un tesoro de incalculable valor, ya que es único en el mundo, y solo él conoce su peso, longitud y temperatura.

Pero a veces, es posible llegar a conocer el secreto y los tesoros de los que te rodean. Una situación, una pequeña parte de vida compartida, común entre personas, genera un diverso abanico de posibles sentimientos, pero, el origen es el mismo. Las entrañas de donde surgen esos alijos, son comunes. Y… a pesar de tener en el museo guardado esa baratija para algunos, pero tesoro para otros, es posible entender su significado, porque en el fondo, la valía es la misma.

Porque para lo que alguno es resignación, para el otro es comprensión; para lo que alguno es amor, para el otro es cariño… y para lo que uno es sentir, para el otro es sentir.

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