domingo, 14 de abril de 2013

No sé por qué estoy llorando!

El agua como elemento de vida, lo que nos mantiene. La relajación que nos transmite sentarnos en la orilla del mar, a escuchar las olas cuando llegan cerca de nosotros, y nos acarician los dedos de los pies, o la energía con la que nos moja la cara cuando empieza a llover y necesitamos liberarnos.

Ese abundante líquido que nos rodea, pero que también forma parte de cada uno de nosotros, no siempre nos resulta tan imprescindible. Las lágrimas, nuestro motivo de vergüenza. Porque llorar es de débiles, no hay que llorar por nada, nadie tiene que vernos llorar...

¿Y si, llorar tuviese otro significado?

En una ocasión, me llegó a decir una persona, quién había tenido vivencias suficientes como para enseñarme de la vida, que no sabía por qué estaba llorando mientras hablaba conmigo, y que era la primera vez que la ocurría. Que sentía mucha vergüenza por llorar, pero que no se encontraba mal, al contrario, se sentía muy bien y eso la frustraba. Yo la pregunté, de forma inocente por qué era malo llorar.


¿Tenemos que sentir necesariamente algo malo cuando se caen las lágrimas? En muchos casos sabemos perfectamente que no, ya que no podemos evitar inundar los ojos con el nacimiento de un nuevo inquilino en la familia, cuando una pareja decide casarse o cuando nuestro hijo consigue graduarse. Pero cuando las acciones o situaciones que nos rodean, no exigen una manifestación exagerada de la emoción positiva, nos frustra mostrar este mecanismo personal.


Llorar no implica vulnerabilidad, ni debe provocar vergüenza. Demuestra vida, humanidad e interacción con la realidad. En este caso, las lágrimas lo provocaban el hecho de ser únicamente escuchado, y de poder expresar lo que uno mismo siente. En algunos casos, apenas nos paramos a pensar en aquellas cosas que rozan nuestro corazón, y mostramos mayor importancia por vivencias que en un momento suponen gran parte de nuestra vida, aunque en el fondo, apenas tengan valor un escaso período de tiempo. Pero, las lágrimas por las que nos extrañamos o frustramos, guardan preocupaciones y sentimientos aún más profundos que los del momento, y por ello son importantes mostrarlos, y dejar que fluyan. 

Por eso, cuando lloremos, y no sepamos por qué es, nos encontremos bien, o por el contrario mal, dejemos que salgan... Porque las lágrimas son signo de vida, y de afrontamiento de tu propia realidad, tu motivo de sobrevivir a cada segundo. 


2 comentarios:

  1. Mmm... tienes razon, pero yo creo que no queremos que otros nos vean llorar porque nos da miedo sentir algo y que alguien lo sepa, sobre todo si ese algo puede hacernos vulnerables,porque entonces quien nos vea llorar sabra donde hacernos daño en el futuro

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  2. Antes que nada darte las gracias Laura, por este primer comentario que te agradezco enormemente. También debo darte la razón en ese sentido. Lógicamente, puesto que llorar es uno de los principales efectos de una acción negativa sobre uno misma, puede suponer un punto fuerte de cara al medio externo, y mediante el cual pueden explotar nuestro fuero interno. Pero una de las mayores debilidades que debemos detectar en el ser humano, es el miedo, y el no atrevernos a expresarnos por ello. Puede que las lágrimas sean causa de generar fuerza en otras personas, pero en quién realmente generan fuerza es en uno mismo, ya que es capaz de buscarle un sentido a esa emoción, y por tanto será capaz de estructurarla. Muchísimas gracias de nuevo por abrir conversación, porque significa que es algo interesante y que interesa conocer los puntos de vista de todos nosotros :-)

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